La imaginación escindida

Fotografía y escultura. Mayte Vieta.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 4 de noviembre de 2006. La fragilidad del mundo.

El mundo poético de Mayte Vieta (Blanes, Gerona, 1971), una creadora que se desenvuelve con soltura lo mismo a través de la escultura, el medio fotográfico y la instalación, está atravesado por una ensoñación de raíz romántica que nos advierte de las contradicciones del mundo, de una lucha de dualidades contrapuestas que condicionan y caracterizan la vida de los seres, enfrentando el mundo interior a la naturaleza, el dolor y el sufrimiento al placer y a la alegría, la vida a la muerte. Interesada, ante todo en la evocación Mayte Vieta. "Camino", de la serie "Cenizas". 2005-2006. C - Print. 154 x 230 cm.y recuperación de sus recuerdos, de los instantes vividos e imaginados, Mayte Vieta nos ofrece unas imágenes llenas de misterio y de soledad, plenas de un silencio cósmico, vinculado a lo más recóndito de la experiencia interna, unas imágenes en las que la estética se da la mano con el libre despliegue de la imaginación, estableciendo una extraña y desconocida distancia, una lejanía que nos impide considerarlas como etapas de un viaje turístico o rutinario, sino como estaciones del viaje del alma en su contacto con una realidad escindida.

Sencillamente extraordinaria la serie Cenizas, fotografías de gran formato levísimamente manipuladas por la artista en las  que late un pensamiento suyo de hace varios años, aquél en el que hablaba de su pretensión de dar siempre «la vuelta a la realidad, tal vez porque sólo así podremos llegar a contemplarla en su apariencia más cruda y descarnada». Eso es lo que ocurre en la obra titulada Camino, un paisaje enigmático e insondable, cuyo cielo negro y profundo, cuya agua azul y fría, cuyas desnudas formaciones rocosas, y, sobre todo, cuyo camino infinito que se pierde en la lejanía, nos hablan de nuestra imposibilidad de comprender el mundo, de la necesidad de emprender un viaje iniciático siempre renovado que, no obstante, nos deja insatisfechos y ahítos de saber. Este universo onírico es, asimismo, de una intensa y perturbadora belleza. Porque se trata de una belleza inquietante, como la de la dama submarina del Louvre.

Mayte Vieta no se conforma con presentar estas fotografías, sino que las coloca en una suerte de escenario, las sitúa a modo de instalación junto a unas delicadísimas y frágiles esculturas pertenecientes a su serie Escaleras, una metáfora de la acción de subir y de bajar, de ascender y descender espiritualmente, simbolizada por la presencia de un pajarillo de bronce que otea el horizonte. Pero también puede hablarse de otras evocaciones: melancolía y tristeza, la de los paisajes, frente al ansia de libertad.

Completan la muestra una serie de cajas de luz pertenecientes a la serie Vértigo, en donde vemos una muchacha vestida de blanco y de negro sumergida en un mar verde y transparente, una serie relacionada con otra anterior, Silencio, en la que el cuerpo femenino aparecía desnudo en el mismo elemento. Son fotografías que, en el fondo, nos hablan de la muerte, de la fragilidad del cuerpo, de la delgada línea que separa la existencia del ser y su definitiva ausencia.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 20 de octubre de 2006