La ausencia del sujeto

Escultura, instalación y caja de luz. Antonio Yesa. Planos de encuentro, puntos de vista.

Galería Isabel Hurley. Málaga. Paseo de Reding, 39. Hasta el 26 de abril de 2008.

Los trabajos de los últimos tres años de Antonio Yesa (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1952), bien podrían ser conceptualmente nombrados bajo el título genérico de La ausencia del sujeto o la arquitectura de los objetos, pues ambos elementos son los que Antonio Yesa. SOMOS LO MISMO. 2005. Hierro, plomo y acero inoxidable. 149 x 52 x 50 cm.determinan de manera rigurosa su obra escultórica: uno, por no estar presente, por haber sido suprimido en este microcosmos de formas, y el otro por el carácter monumental de las piezas, por la relación que las diferentes partes establecen entre sí y con el conjunto como un todo, aunque también por la injerencia en el espacio.

La primera impresión visual ante la obra de Antonio Yesa es de naturaleza triple. Tiene que ver con la dimensión táctil y física del material, con la plasticidad de las formas y con su lenguaje irónico y paradójico. Después, casi sin solución de continuidad, vienen las diferencias de escala, mejor dicho, la vinculación entre lo pequeño y lo grande, así como los numerosos contrastes conceptuales y físicos que esta obra provoca en los sentidos y en la razón. La percepción táctil viene determinada por el material, principalmente acero inoxidable, aunque también hierro, plomo y cristal. El material es en sí mismo hermoso, sugerente, con independencia de la forma que le imprima el escultor. Esta es una ventaja con la que cuenta y aprovecha hábilmente Yesa. Ese carácter físico, asimismo, condiciona positivamente la extraordinaria plasticidad de estas piezas escultóricas, su tridimensionalidad y su recorte nítido del espacio que las circunda.

Pero inmediatamente Yesa introduce el componente irónico, quizás porque no se atreva a quedarse con la forma pura; de ahí la presencia de lo paradójico, que se refleja sobre todo en el acusado contraste entre los títulos de las obras puestos por el autor y el aspecto de la pieza. Este velo irónico y estas sutiles paradojas remiten, en última instancia, al dadaísmo y al surrealismo, pero lo que aquí interesa es que sirven de complemento a otros contrastes más interesantes desde el punto de vista estrictamente visual: entre la línea curva y la recta, entre la masa compacta y la viruta deshilachada, entre la escala monumental y la reducida, entre la superficie opaca y mate y la brillante, entre lo opaco y lo transparente.

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de abril de 2008