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Erotismo y surrealismo en Julio Zachrisson Grabado. Julio Zachrisson. Taller Gravura. Málaga. C/ Coronel, 3. Hasta el 29 de octubre de 2004. Afincado en España desde 1961, Julio
Zachrisson (Panamá, 1930) se formó en el Instituto de Bellas Artes de Ciudad
de México entre 1953 y 1959, año en que emprende un viaje por Europa que le
llevará a trabajar en 1960 en los talleres de la Academia Pietro Vannucci en
Italia. Ya en Madrid, trabajó durante tres años en la Academia de San
Fernando, periodo en el que se consolida su admiración e influencia en su obra
de los grabados y las pinturas negras de Goya. Pero Zachrisson es un pintor y
grabador, como muchos otros iberoamericanos, que, junto al ascendiente que ha
ejercido en su producción la tradición artística occidental, también hunde
sus raíces plásticas en el indigenismo y en las culturas precolombinas,
especialmente de América Central y de México. Como reconoció hace bastante
tiempo con gran clarividencia Octavio Paz, este entusiasmo de los creadores
iberoamericanos por las formas artísticas autóctonas del continente americano,
fue en realidad preparado por el interés en el arte no occidental propio de la
tradición moderna europea. En este sentido puede, por tanto, decirse que el
arte de América pudo contemplarse a sí mismo porque otros lo habían empezado
a descubrir anteriormente. Esta doble confluencia es la que concurre
precisamente en la obra de Julio Zachrisson. Pintor
irónico y mordaz, con un uso generoso de los colores planos perfectamente
delimitados en su contorno espacial, los cuadros de Zachrisson se caracterizan
por una figuración de orígenes amerindios, una equilibrada contención cromática,
el empleo de la línea en zig-zag, un inocente erotismo y una lejana influencia
surrealista, no tanto por la raíz inconsciente de su extraña fauna figurativa,
que no la tiene, sino por sus formas caprichosas alejadas del sistema de
proporciones y del canon renacentista. En algunas composiciones recientes, por
ejemplo, son muy evidentes las correspondencias con algunos elementos de Xul
Solar y, sobre todo, con los célebres Tres músicos y Tres máscaras
musicales de Picasso, ambas de 1921, así como con algunos arlequines del
malagueño. Resultaba
imprescindible ofrecer algunas indicaciones de la pintura de Zachrisson porque
sin ellas
no es posible comprender su obra gráfica, al menos desde el punto de vista
formal y simbólico, pues desde una perspectiva técnica goza de una completa
independencia. Maestro consumado en las técnicas del aguafuerte y de la
aguatinta, Zachrisson marca con contundencia los contornos de sus figuras con el
buril, del mismo modo que crea con la aguatinta unas zonas amplias, densas,
oscuras, de diferente granulado, que enmarcan y proporcionan un adecuado espacio
a sus figuras, sin rechazar la visión frontal, la centralidad y la simetría.
Cuando se decide a emplear el color, lo hace con gran maestría, consiguiendo
unos verdes y unos ocres soberbios. Aunque los temas son primordialmente de
extracción indigenista, ídolos y figuras mesoamericanas en las que se nota la
influencia de las vanguardias europeas, hay veces, muy pocas, en que hace
concesiones a un cierto eclecticismo, casi inapreciable, transido de alusiones
fantásticas y oníricas. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de octubre de 2004
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